Está constatado que las épocas de vacaciones son momentos donde sube el número de separaciones, por eso queríamos dedicar un post a este tema y al enfoque a dar para una familia que se tiene que reconstruir.
HEMOS DECIDIDO
SEPARARNOS
Cuando iniciamos una relación con una persona, habitualmente pensamos que esa relación durará toda la vida. La realidad es que son muchas las parejas (con vínculo matrimonial o sin él), que deciden poner fin a la relación por diversos motivos. Las emociones positivas que rodean el inicio de una relación nada tienen que ver con las emociones con la que se finaliza.
Cuando un miembro de la pareja o
ambos, deciden poner fin a la relación, atrás quedan momentos de tristeza, de
enfrentamientos, de desamor… que hacen que esas dos personas ahora se perciban
lejanas. Dependiendo de cada persona, del momento en el que esté, del proceso
de separación emocional que lleve hecho y de muchos otros factores, las
emociones que acompañarán a la separación serán más o menos intensas y, por lo
tanto, más o menos manejables.
Y, justo en esta revolución
emocional que supone la separación, es cuando la situación demanda que se tomen
decisiones que van a afectar al futuro de la familia y, sobre todo, al futuro
de los hijos. Y esas decisiones hay que tomarlas junto a la persona de la que
te quieres separar, dos actos que parecen contradictorios. Con esa persona es
con quien hay que decidir cuestiones tan importantes como dónde vivir, cómo
reorganizar cuestiones económicas, de qué manera van a vivir los hijos,...
Ante la dificultad de manejar
situaciones emocionales tan intensas, muchas parejas dejan en manos de una
tercera persona (el Juez), las decisiones sobre cómo va a ser su vida, y la de sus
hijos. Esa persona, el Juez, aunque haya visto muchas realidades familiares, no
conoce cómo es cada una de las familias que acuden. En el mejor de los casos,
preguntará y se hará una idea y decidirá imponer un criterio, que puede ser muy
valido, pero es su criterio, no es el criterio de la familia. Tomará algunas
decisiones que parezcan adecuadas a una parte y quizá no a la otra, en todo
caso, tomará decisiones que hay que acatar, puesto que la familia ha puesto en
sus manos el poder para decidir por ellos.
Cuando una familia se separa,
pasa a ser una familia diferente, pero no deja de ser familia. Los padres,
quieran o no quieran, van a tener que saber el uno del otro, y comunicarse,
aunque sea brevemente, para cuestiones relativas a sus hijos.
Ya que vamos a tener que mantener
el contacto como padres, ¿no es más fácil no romper ese contacto?
Y, cuando vamos a los tribunales,
¿no estamos rompiendo ya ese contacto?
Incluso, cuando vamos a un
abogado o abogada, y nos dice los pasos a dar para separarnos, qué nos
correspondería a cada uno,… ¿no está hablando por la familia en vez de dejar
que la familia decida sobre cómo va a gestionar su vida?
Si vuestra realidad familiar está
cambiando, ¿por qué no daros la oportunidad de pensar la manera de modificar
esa realidad para que sea lo menos dañina posible para todos?
La Mediación Familiar nace precisamente para dar respuesta a estas
situaciones, para ayudar a las familias a disminuir el grado de conflicto y
facilitar el poder llegar a acuerdos.
La Concejalía de Servicios
Sociales del Ayuntamiento de Daganzo pone a disposición de los ciudadanos un
Servicio de Mediación Familiar para atender a estas cuestiones.
Podéis disponer de más
información accediendo al tríptico informativo del servicio: TRÍPTICO DE MEDIACIÓN FAMILIAR. También
podéis solicitar cita en el Centro de Servicios Sociales y tener una entrevista
personal (Teléfono. 918782908).
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